Muchas
veces los niños insisten con tener una mascota. P Finalmente, cuando los padres
acceden a comprar una, ésta suele transformarse en un integrante más de
la familia, sobre todo si se trata de un perro. Amor, cariño,
alegría, aunque también grandes responsabilidades son algunas de las cosas
que un animal trae consigo. Los Dres Gabriela Iribar, de Montevideo y
Claudio Gerzovich, de Buenos Aires,ambos médicos veterinarios y especialistas
en comportamiento animal, explican qué tipo de relación se establece entre
los niños y los animales.
Si
bien no existe una edad ideal para tener una mascota, a menos que yá esté en la
casa, conviene esperar unos años. La Dra. Iribar sugiere que para que el niño
tenga su primera mascota habría que esperar hasta los cuatro años, como mínimo,
ya que recién en ese momento puede comprender las responsabilidades
y cuidados que debe tener con su nuevo compañero animal. “Por ejemplo, si a un
niño muy chiquito le regalás un cachorrito es muy probable que se le caiga
de las manos porque no entiende que es un ser vivo y se puede lastimar” explica
la especialista. Además, Iribar subraya el hecho de que los padres deben tener
muy presente que cuando se le regala una mascota a sus hijos, no se les regala
un juguete, sino un ser vivo que siente y debe ser atendido como tal. “Los
padres deben aprovechar que le están regalando una mascota para enseñarle los
cuidados que tiene que tener, las responsabilidades que implica y explicarle
que tiene sensibilidad” agrega.
Valorar al otro
Numerosos
estudios han demostrado que las mascotas, en especial los
perros, se pueden constituir en pilares de la educación de los niños,
de su desarrollo socioemocional en forma general y de su autoestima en
particular, según señala
el Dr. Claudio Gerzovich. Tal vez se pueda creer que los humanos son los que
les enseñan más a los animales, pero la realidad es que ellos también
enseñan mucho las personas, en especial a los niños. En un mundo rodeado por
las pantallas, videojuegos e imágenes en movimiento, los niños comienzan a
acostumbrarse a utilizar este tipo de objetos cuando quieren y cómo quieren.
“Un ejemplo sencillo y cotidiano de este tipo de interacción entre un chico y
un objeto lo constituye un juguete electrónico o a pilas. Un chico lo prende
cuando quiere, lo apaga si así lo desea y si el juguete se rompe lo tira y si
sus padres pueden le compran otro. De esta manera, el niño aprende a conocer
los mecanismos por los cuales funciona este tipo de juguetes pero no comprende
ni las emociones ni las necesidades de una máquina por el simple motivo que no
las tiene” opina Gerzovich. Sin embargo, cuando los chicos conviven con un ser
vivo que no es un humano, pueden aprenden a identificar cuáles son las
necesidades de ese ser vivo, cuáles son sus emociones. “A un cachorro
no se lo puede encender, no se lo puede apagar, si se lastima sufre y
hay que atenderlo y para poder convivir en forma armoniosa con él es necesario
educarlo. De esta forma, los chicos aprenden que no pueden manejar todo a su
antojo, perciben desde pequeños la importancia de respetar al prójimo y a su
vez de exigir respeto por ellos mismos”.
Los afectos
Para
el Dr. Gerzovich el apoyo brindado por los animales hacia los niños es
diferente que el que brindan los humanos. Los animales no juzgan ni critican,
no distinguen por color de piel o religión y nunca van a criticar al niño
porque le haya ido mal en la escuela. “Según algunos psicólogos los
perros
pueden brindar un afecto duradero, de gran importancia para un
desarrollo
psicológico saludable.
Sin
embargo, un perro no puede brindar un apoyo instrumental, es decir, no
puede dar consejos ni ayudar en los deberes. Por lo tanto, es importante saber
que si bien los perros pueden constituirse en un apoyo de tipo incondicional,
el vínculo que los chicos establecen con ellos se complementa con el que
establecen con los humanos” comenta Gerzovich.
Gabriela
Iribar, por su parte, considera que desde el punto de vista emocional
tener una mascota también es muy beneficioso. “Es muy frecuente que
cuando el niño llora porque lo rezongamos, porque se portó mal o por
cualquier motivo, de alguna manera se desahogue con el perro, como que
le cuenta a este lo que le está pasando. De esa manera la mascota funciona
como una contención emocional” señala.
El respeto
Tener
una mascota, también le enseñará al niño a respetar ciertos límites. Cuando se
tiene un perro, por ejemplo, es vital marcarle límites para que la
convivencia entre el animal y las personas sea la mejor posible. Es bueno que
el niño perciba esto, ya que podrá comprender que así sucede también con los
seres humanos: hay ciertas reglas que cumplir para que la convivencia sea
buena. “Cuando trabajo junto a los dueños de un perro en su educación, suele
llamarles la atención la demostración de afecto que el perro tiene para conmigo,
a pesar de que suelo imponerle muchos más límites que ellos. La explicación es
sencilla. Los límites puestos en forma no arbitraria sino pensando en el
bienestar del otro individuo, en forma coherente, paciente y firme, hacen que
la convivencia sea predecible, el individuo en cuestión esté contenido y por
ello sienta gran confianza tanto en sí mismo como en quienes lo rodean” cuenta
el Dr. Gerzovich.
La
enseñanza del respeto que se desprende de la propia crianza de un animal, no se
da sólo en el ámbito de los límites, sino también del respeto al otro. La Dra.
Iribar afirma que se le debe enseñar al niño que el animal es un ser vivo que
siente y por lo tanto si se lo lastima, sufre y si se siente agredido puede
atacar como forma de defenderse. Por eso es muy importante respetarlo y no
molestarlo cuando este no quiere. “Si bien en el caso de los perros, estos
diferencian a un niño de un adulto, hay que enseñarle al niño que el perro es
perro y puede morder si se lo estorba” , explica la Dra, a lo que el Dr. Gerzovich
agrega: “En muchos propietarios de perros está firmemente arraigada la creencia
que estos animales de compañía nunca agredirán a sus hijos. Sin embargo, esto
no es una verdad absoluta. Si bien los perros suelen ser muy tolerantes
con los pequeños que se han criado con ellos, su paciencia tiene un límite. Si
un chico tira de la cola y de las orejas de su perro o lo pellizca, es probable
que en algún momento el animal se muestre molesto. Algunos perros en esta
situación sólo se alejarán del niño, mientras que otros reaccionarán
agresivamente”.
Responsabilidades
Ambos
especialistas coinciden en que “el ser responsables” puede ser entendido mucho
mejor para un niño a través de los cuidados que debe tener con su mascota. Para
Iribar, el enseñarle a un niño a alimentar a su mascota todos los días, y en
ocasiones varias veces al día, a sacarlo a pasear si se trata de un perro, a
limpiar el lugar donde duerme, son todas responsabilidades que el niño aprende
a cumplir. Al respecto, el Dr. Gerzovich afirma que “si los padres comparten
junto a sus hijos el cuidado del perro de la familia, seguramente los
más pequeños de la casa aprenderán a una edad temprana a cuidar y alimentar un
animal que depende de ellos”. Sin embargo, los niños deben hacerse
cargo de todos los cuidados que requiere una mascota; “la parte sanidad la
deberían hacer los padres, el niño no tiene que ser el que lo lleve al
veterinario solo. Pero puede alimentarlo, que tenga agua, que tenga la cucha
limpia. No responsabilidades que pueden comprometer la salud del perro” afirma
Iribar. El Dr. Gerzovich cree que no solamente existen tareas que no son
adecuadas para que un niño las realice, sino que hay algunas que las deben
practicar cuando llegan a cierta edad: “Existen tareas que no son adecuadas para
todas las edades, aunque siempre existirá una que puedan realizar. Por ejemplo,
no se le puede dar a un niño de cinco años la responsabilidad del baño de un
perro, pero sí la de darle agua en forma cotidiana. De esta manera el niño no
sólo empezará a asumir responsabilidades desde pequeño, sino que llevar a
cabo tareas acordes para su edad hará que se sienta más capaz. Esto será de
vital importancia para ayudar a construir su autoestima”. Cuando se le regala
una mascota a un niño es vital explicarle todos los cuidados que debe tener con
el animal: alimento, agua, higiene, vacunas, etc.
Cuando el animal se va
El
amor que un humano, en especial un niño, desarrolla por su mascota puede ser
comparada, incluso, al amor por otro ser humano. Pero la realidad es que se
trata de un animal y, por ende, su vida es más corta que la de un humano.
Explicarle
a un niño que su mascota no está más, no es tan diferente de explicarle que un
ser humano no está más. La diferencia más notoria está en hacerles entender que
se trata de animales y que viven menos que las personas. Pero es una buena
oportunidad para que aprendan que se trata del ciclo de la vida, es decir, que
la propia vida incluye a la muerte. Para Gabriela Iribar siempre se les tiene
que decir la verdad, la mentira no es buena para el niño: “No estoy de acuerdo
con esos cuentos que se fue de paseo. No está bueno mentir. Hay que explicarle
que ellos viven menos que nosotros. Pero es una realidad que forma parte de la
vida”.
Por Natalia Gold.
En base a entrevistas realizadas e Dra. Gabriela Iribar (Uruguay) y Dr. Claudio Gerzovich
(Argentina)
Fuente: Revista Ser Familia II, No. 14